domingo, 14 de enero de 2007

Jardinería (Parte II)



JARDINERIA: un jardín es una orquesta silenciosa, los colores son tonos de la melodía.
Para acudir a esta fiesta del silencio hay que estar atento, participar como las plantas sin imágenes, rótulos o cargos, abiertos al latido de la vida, sin disfraces, desnudos, afirmando naturalmente lo que somos.
Todos sabemos cuándo mentimos.
Los lirios silvestres reubican al soberbio Salomón, y el discurso de Buda se hace vano ante la impúdica presencia de la rosa.
Creatividad es calidad de escucha, el yo-memoria deja de parlotear.
Jardinería es respeto por la grandiosidad de la vida.
El universo nos supera inconmensurablemente en todos los planos.
No da lugar a hacer ni filigranas ni rúbricas.
La aproximación más directa es la más fructífera, lo que no quiere decir la más superficial.
Ninguna planta copia a su vecina para crecer, sigue su instinto de plenitud sin huelgas ni lamentos; hasta en los bloques de cemento surge el tallo verde anhelante de sol; como en la sequía total del desierto, el cactus consigue agua sin distracciones.
La vida es síntesis, afirmación.
Donde reina el sí nace el amor.
Un hombre de percepción abierta siempre vive en equinoccio.
Ninguna flor se abre para agradar a otra, asume plenamente su fugacidad, no demanda, contesta al desafío con lo que tiene no con lo que le falta, sus respuestas son hábiles, es responsable, contestación integrada, inteligente.
Por eso ninguna planta está sola, todo su tiempo es para vivir conectada con el orden implícito que mueve células y planetas, sin prisa ni pausa, paciente en el azul del cielo.
Los brotes primaverales son el fruto del trabajo silencioso del invierno.
En el jardín está operando la inteligencia de la vida, donde hay creatividad no hay chismes, hay realizaciones, orden manifiesto.
Quien está enamorado no vigila a transeúntes ocasionales, mira simplemente la calidad de su propio paso.
La intensidad expulsa lo vano.
La alegría sin objeto, como la tos, no se puede esconder.
Además, las plantas nos enseñan a estar conectados con el oxígeno renovador que ellas brindan para bien de todos, a aprender a reciclarnos con el servicio que prestamos.
(El autor de este Fragmento de libro es Enrique Mariscal)

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