
Ayer el tiempo se advertía más lento...
O al menos parecía que el mundo giraba sosegado y lánguido…
La parsimonia dejaba espacio para enamorarse despacito…
Noviazgos para disfrutarse y…
Canciones para saborearse…
El universo hacía su conjuro a favor del deleite…
Todo se deseaba más…
Estar a solas…
Hacer el amor a escondidas…
Soñar despiertos…
El cielo tenía estrellas porque las mirábamos cada noche…
Buscábamos la utopía y planificábamos los sueños…
¡Los sueños!
Cuánta ilusión, cuánta esperanza, cuánta ingenuidad al viento…
Había inocencia, sobraba simpleza, la candidez no se juzgaba…
Los caballeros románticos existían, de vez en cuando, a alguna dama le tocaba uno…
Los aromas estaban por todos lados. Desde el café con leche hasta la tostada invadían con su perfume las casas donde las madres despertaban a sus hijos…
Había carencias pero sobraban juegos de libertad.
¡Las mandarinas estaban en las plantas!
Los olores distinguían los lugares…
Se respiraba septiembre en las casas…
Y...
Los jardines eran las florerías de los enamorados…
