lunes, 17 de noviembre de 2008

Te canto


Se cuela un rayo de luz por la portilla, el sol de la tarde cubre el ventanal...
Una piel con rubor de encarnizado ocaso, esconde muchas noches negras sin fe.
Es preciso levantarse y respirar, más allá de tu sonido bandoneón...
Que hoy la nostalgia trajo, sin razón, a mis sueños musicales otra vez...
Otro día termina y yo comienzo, desbaratador de rutina en pie de guerra...
Le arranco un gran rezongo al calefón, cuando el agua se resiste a calentar...

Pongo al fuego la pava, ajusto el mate, que sorbo en un instante sin temor...
Me sabe amargo como el tango, pero calentito y sabrosón como un minué...
Fugaz el cielo me devuelve estrellas, el horizonte insondable, solo dudas...
Buenos Aires emerge nuevamente, poniendo magia a esta ciudad amada...
Abandono el divague, o más o menos. Salgo a caminar la noche…

Entre zaguanes oscuros escucho voces y de repente aparece un fantasma rubí de la morocha…

¡Lindas calles llenas de bodegones! ¡Bellos acordes de tango, entre los callejones!
Plasticidad de golondrinas me devuelven la fe perdida en tus esquinas...

Y soy tan feliz al transitarte... que me olvido de mí para ser vos,
Y es tan grande el placer de caminarte que olvido mi dolor y soy feliz...